20 de marzo de 2016

UN SOMBRERO NO HACE A UNA PERSONA DEL PUEBLO


Un baile tampoco. Llenos de algarabía avanzaban por el camino a distinto paso. El vocerío de los partidarios y la música costumbrista al son de los tambores que acompañaba al candidato se escuchaba en toda la redonda.


Se muestran con la mejor sonrisa al viento como si fuera seleccionada en un ensayo de marketing. Llevan la mejor vestimenta típica, colorida y bien cuidada, mostrando también los casi perfectos atuendos. Saludan con los brazos abiertos, enseñando las palmas mientras la mueven regularmente al compás de sus movimientos bien estudiados. No olvidan el sombrero adornado con muchas cintas brillantes y resplandecientes, con flores y con broches dorados. Los candidatos llevan sombreros de los diferentes lugares que visitan. ¿Realmente están con la realidad de esos lugares? ¿Es solo una demostración para ganar votos? ¿Se impone la farsa como política?


La mayoría son ajenos a la realidad. Quizá por el proceso sus estrategias se orientan a ganar los diferentes segmentos poblacionales del Perú profundo. ¿La mentira artificiosamente disfrazada? ¿La sonrisa y sus movimientos son estudiados? ¿Creen que representan al pueblo usando un traje típico y un sombrero? ¿Creen que la población no se da cuenta de sus intenciones? ¿Exhibicionismo?

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