23 de octubre de 2016

Los Perritos de la Torrentera



Solo una vez pude mirarlos a los tres cachorros de unos dos meses que crecían en la torrentera. Una perrita negra había parido en unos huecos debajo del muro de contención. A la altura de la quinta cuadra de la avenida Jesús en Arequipa, Perú. Muy cerca del Mall de la Av. Lambramani, casi debajo del puente La Isla. Dos eran negritos y uno de un color café muy claro. Realmente estaban hermosos y se veían con ganas de vivir. Al día siguiente y algo temprano, tuve la oportunidad de ver a su madre, una perrita negra y de regular tamaño. Al verlos desde el muro de contención de la torrentera, observé a la perrita acompañando a sus dos cachorritos negros. Algo que me impresionó fue observar que la perrita vomitaba delante de ellos y advertí que les estaba llevando comida de esa forma. Comprendí la preocupación de la madre por sus crías. Ella todavía al parecer tenía leche para sus cachorros, sin embargo, por el tiempo sabía que necesitaban comer. Traté de comprender la inteligencia del animal y el cuidado que se aprestaba a tener a pesar del lugar, lleno de basura por la misma acción del hombre y lleno de piedras y desechos. Algunas veces la torrentera amanecía con algo agua por algunas horas. Todavía así la perrita madre intentaba estar cerca y cuidar de sus perritos. A veces los dejaba y saltaba algunos obstáculos de unos setenta o más centímetros, intentando enseñarles el camino, así y todo, los dos negritos la miraban y no podían saltar como su madre para seguirla y buscar la salida que ella conocía. Miraba el entorno para ver cómo podía bajarme e intentar hacer un camino para los cachorros. Aunque no era tan fácil porque las autoridades municipales habían construido ciertas paredes o bloques de cemento para tiempos de lluvia, convirtiéndose en obstáculos para los perritos pequeños. Eran los últimos días de setiembre y la primavera había empezado. Aunque algunos días se sentía algo de frío. Al día siguiente, me di cuenta que alguien les había puesto agua en dos embaces de plástico. Subí un par de fotos en la página web de un albergue para perritos abandonados, explicando y pidiendo que era necesario rescatarlos. Alguien contestó y como sugerencia dijo que debía poner mi número telefónico. Anote mi número en espera de llamadas por los siguientes días y nadie lo hizo. En los siguientes días seguí viendo algo de agua y llevé algo de comida que había preparado y en unas bolsitas las tiraba hasta donde creía que estaban. Una tarde casi anocheciendo estaba buscándolos desde lo alto y desde el puente La Isla. No estaban donde los había visto por primera vez.  Mirando hacia abajo del puente, por donde se supone es el cauce de la torrentera, pude distinguir a la perrita madre que se desplazaba en medio de unos arbustos de regular tamaño. Traté de mirar mejor acomodando mis ojos ya casi a la noche. Si, era ella que se alejaba como una sombra por caminos que seguro ella conocía. Seguí mirando y tratando de observar algo más de esos cachorritos hermosos. Nada, nada. Hasta que en un momento distinguí una pequeña y diminuta sombra en medio de los arbustos. Si, era uno de ellos, uno de los cachorritos que también se alejaba. En esa instante distinguí a los dos negritos como sombras pequeñas que avanzaban intentando pegar sus hocicos hacia el piso como descubriendo lo nuevo en cada avance. Mi corazón palpitó más fuerte al verlos. Solo observé a la madre y a dos pequeños avanzando. Me preguntaba si podían volver de nuevo hacia el sitio donde se supone habían abierto sus ojos al mundo. ¿Y dónde estaba el otro de un color café claro? ¿Eran solo los tres que había visto? Después de ese día y casi por una semana no vi a ningún cachorro. A veces miraba a la madre de un color negro brillante y de unos ojos vivaces que caminaba en medio de la torrentera que seguía con desperdicios y más basura. Miré a un perro muerto de regular tamaño casi por la misma zona. Pensé que entraría en descomposición por el sol y el ambiente. Hasta pensé que era necesario ingresar con una lampa para limpiar un poco por lo menos la zona donde se supone dormían esos perritos. Después de una semana, vi solo a un cachorro en los huecos del muro de contención. ¿Qué había sucedido con los otros? Trataba de responderme e imaginando que alguien los había rescatado. ¿Pero dejar a uno? ¿Qué había sucedido? ¿Los cachorros se fueron esa noche con su madre y no pudieron volver?. Quizá el más pequeño y con pocas fuerzas, se quedó debajo del muro de contención. Ahora, que ya pasamos la quincena de octubre, solo hay uno que a veces se deja ver. ¿El Albergue De Perritos Abandonados de Arequipa ayudará? ¿Debo bajar a la torrentera para tratar de hacer un camino con piedras para que el cachorro salga con su madre? Ahora debe tener unos tres meses y medio.             

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