El día que nos tocó participar en
el desfile central fue increíble. A pesar que muchos compañeros me acompañaban,
creo que en algún momento estaba solo. No podía ver claramente más allá de un
metro.
Aunque ya estaba en la
universidad, ese día parecía que estaba en el colegio. Levantando la voz dije:
– ¡Por favor! ¡Cuántas horas más
tenemos que esperar!
Y seguíamos en el mismo lugar.
– ¡Esto parece increíble! ¡Creo
que tenemos más de seis horas esperando! – dije, dirigiéndome a un amigo.
– ¡Oh! ¡Si! – me respondió.
Quedé impresionado. Por un
momento pensé que a él no le importaba. Bueno, él podía esperar las horas que
quiera, pero yo no estaba dispuesto a hacerlo.
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