Por varios días un arbolito de
una avenida de la ciudad estaba siendo pisado por los automóviles. Seguro unas
semanas más y se convertía en polvo.
Desde hace varios meses el arbolito
crecía en el sardinel. El espacio que uno destina en la avenida para sembrar y
colocar flores y más. Entre la pista y la vereda. Tomaba vida. Se levantaba
hacia el cielo abriendo sus pocas ramas y dado hojas de un color verde que
animaba el ambiente. Obviamente alegrar y dar más vida a la avenida principal y
al vecindario. Así como muchos arbolitos que miramos en nuestro caminar. Ya estaba
creciendo y medía algo más de metro y medio y se embellecía. Se ponía más
frondoso y tomaba forma. Una mañana amaneció quebrado por la mitad. Al parecer
alguien dañó al arbolito. ¿Una persona que transitaba por la noche? ¿Un
alcohólico? Advertí que para protegerlo alguna persona había colocado unas
cuantas piedras a su alrededor. Así, el arbolito volvió a recobrar su energía y
su fuerza para seguir con las ganas de dejar brotar más hojas verdes para el
deleite del mundo. Se notaba que volvía a la vida aunque ya medía como unos
cincuenta centímetros (medio metro). Pero seguía así, volviéndose más hermoso
aunque más pequeño. Los autos pasaban muy cerca porque había una protección de
algunas piedras. Otra mañana, algún automóvil conducido por el hombre chocó con
las piedras y éstas se movieron un poco. El arbolito fue dañado nuevamente y un
ramita muy pequeña se quebró, todavía así, se resistía a la acción del hombre
que a veces no le interesa conservar y preservar la vida vegetal por ejemplo. Nuevamente
la naturaleza y algo de lluvia hicieron que el arbolito vuelva a llenarse de
vida para seguir dando hojas, aunque se veían algunas ramas pequeñas que al
parecer empezaban a secarse. Así y todo, seguía de pie al costado de la avenida
principal. No se dejaba avasallar por la acción del ser humano que a veces todo
lo domina. No se dejaba dominar ni por los autos que ya empezaban a dañarlo
más. Seguía así, tratando de crecer desde su tamaño y dar una hoja más al
viento, a la vida y a la eternidad. Las piedras ya se habían movido más y otras
desaparecieron. Y el hombre en su inconciencia y brutalidad, seguía conduciendo
y sin cuidado pisaba lo que quedaba de ese arbolito que un día se estaba
haciendo frondoso. Hasta que terminaron por aplastarlo totalmente. Quienes
viven por el lugar limpiaron las pocas piedras pequeñas para que los autos
puedan pasar libremente. Finalmente se notaba alguna rama un poco seca y
amarillenta que parecía querer seguir creciendo, aunque estaba aplastada contra
la tierra. Parece que en ese estado, el arbolito trataba de seguir vivo, sin
embargo, el hombre con toda su racionalidad y como manda todo, lo seguía
aplastando. Así. Anoche tomé la decisión de ir hacia ese lugar para sacar al
arbolito (lo que quedaba del arbolito). Hoy en la mañana algo temprano fui hasta
donde estaba y con una pequeña lampa y una herramienta comencé a sacarlo.
Aproximadamente me tomó algo más de treinta minutos y me llené de energía al
hacerlo, como rescatándolo del hombre. Luego, lo volví a plantar en una maceta
por el momento para que tome vida y después trasladarlo al jardín o plantarlo
frente a mi casa.
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