¡SOY
HIJO DE INMIGRANTES!
Por:
Arturo Sotomayor Salas
Ver la imagen del niño Aylan Kurdi, un
infante sirio de tres años ahogado en una playa de Turquía, realmente
impresiona y conmueve. Conjuntamente con él, fallecieron su hermano Galip de
cinco años y su madre Rehan.
Turquía es una de las rutas de los
inmigrantes hacia Europa. Miles huyen vacilantes y perplejos de la guerra, yendo al encuentro incesante
por un futuro. Pasando hambre, carencias y frío se arriesgan a decir: “En Siria
muchos mueren, allá no somos gente”.
Sin embargo, la realidad es brutal y nadie
les da la bienvenida. Así y todo, buscan conseguir papeles para proseguir su
viaje hacia algún país Europeo, como Grecia, Bulgaria, Alemania, entre otros.
Es más impresionante e inverosímil todavía,
observar en las redes sociales como una reportera húngara de una cadena privada
de televisión, toma una actitud agresiva e injusta frente a los refugiados sirios.
Pateando a diversas personas malamente con la intención de causarles daño y poniendo
zancadillas a un hombre que tropieza y cae, mientras llevaba un niño en sus
brazos.
Se escucha por internet a otro sirio
manifestar: “Me habían dicho que los europeos tenían corazón, y ahora que los
veo aquí, no lo tienen”.
¡SOY HIJO DE INMIGRANTES!, fue la expresión
muy clara del Papa Francisco, en su visita a Cuba y los Estados Unidos en los
últimos días. Sus palabras aludían a una situación social donde millones son
excluidos y miles de refugiados “huyen de la muerte, buscando vivir”. Su padre también
tuvo que huir del fascismo italiano hacia Sudamérica.
Desde la segunda guerra mundial no se había
visto algo parecido. Después de la guerra, miles salieron de Europa. Muchos
escaparon con vida, por haber peleado a favor y defendido las políticas
fascistas, buscando refugio en América Latina como en otras partes del mundo. A
pesar de su pasado, los alemanes por ejemplo ya olvidaron que todos fueron bien
recibidos. Y ahora les dan la espalda a los sirios. Es increíble.
En el Mar Mediterráneo, según información de
la red, son más de dos mil muertos hasta ahora en este año 2015 por causas de
naufragios. No es posible que buscar un lugar seguro para vivir, tenga que
tener tantas víctimas inocentes. La muerte del niño Aylan Kurdi y su familia en
una zona que no es de guerra, nos muestra como nos estamos deshumanizando.
Seguro que los gobiernos implicados en esta situación tienen mucha
responsabilidad, por priorizar sus intereses económicos y políticos por encima
de la vida misma. Eso es cruel y despiadado.
La defensa de la vida es fundamental.
Estamos obligados a contribuir en esa perspectiva y no ser indiferentes. Sea el
niño sirio un ángel, que siembre en cada uno de nuestros corazones y en el alma
el amor a la vida.
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