El
padre de Vladimir, Simón López Cancahari desapareció el 16 de mayo de 1992,
durante el gobierno de Fujimori, años de
la violencia.
Vladimir
López Carrasco nació
el 17 de junio de 1981, en la región Ayacucho, provincia de Huamanga, distrito
Ayacucho. Tenía siete hermanos (as). Cuando sucedió la desaparición de su padre
tenía como 12 años. En la fotografía ya es mayor y estaba terminando estudios
de Contabilidad en la universidad. Su
testimonio:
“Vivíamos
por Acuchimay, recuerdo que mis hermanos estudiaban en el colegio “Guamán Poma
de Ayala” en el turno de la tarde. Mi madre trabajaba en el mercado de
Magdalena, vendiendo comida. Recuerdo que mis hermanos no llegaban a mi casa,
se quedaban en la casa de algún amigo, o a veces llegaban de uno a uno, por los
coches bomba y las balaceras que empezaban a las 5 de la tarde…nos mudamos a
Basilio Auqui, porque el lugar donde vivíamos era muy lejano y peligroso. Sin
embargo, las balaceras y las desapariciones se generalizaron en toda la ciudad.
Recuerdo que uno de mis vecinos al salir del baño, recibió una bala perdida y murió.
Mi papa era profesor en el colegio “Francisco Bolognesi”, que queda en Yuraq
Yuraq. En esa época, mi padre también, a veces, se quedaba en el mismo colegio
o, a veces, en la casa de algún amigo por seguridad. Un día sábado, mi papá
tenía una actividad con varios colegios. Ese día mi papá se puso sus zapatillas
y un polo de deporte y más o menos a las 9 de la mañana se fue. El evento
deportivo se iba a realizar en el mismo colegio donde trabajaba. Mi madre, mis
hermanos y yo estábamos en la casa y más o menos a eso de las 11 de la mañana
mi perro empezó a ladrar. En ese momento un varón y una mujer vestidos de civil
y con una gorra, ingresaron a mi casa. Sacaron las armas que llevaban bajo la
ropa, en un plastiquito, y nos apuntaron a la cabeza a uno de mis hermanos y a
mí. Mientras, ordenaban a mi madre que muestre su documento de identidad o
alguna foto de mi padre. Luego se subieron a un Volkswagen y se fueron. No sé
quienes eran, pero estaban vestido de civil y armados, eran casi cuatro, entre
ellos una mujer. Mi hermano que estaba afuera había visto que dos ingresaban a
la casa y uno quedaba en la puerta. Mi hermano Héctor se fue inmediatamente a
buscar a mi padre, al colegio donde dijo que estaba jugando…pero mi papá no
estaba allí, desde ese día, nunca volvió a casa, tampoco he sabido nada de él.
Quizá en el camino lo han interceptado, no sé. Esa fecha también desaparecieron
otros dos profesores. En ese tiempo yo tenía 12 años…no pensábamos que mi papá
iba a desaparecer para siempre. Cuando la gente hablaba que había muertos…iban
a esos lugares…pero no lo encontraron. Posteriormente mi madre se asoció a
ANFASEP y mis hermanos y yo veníamos al comedor de ANFASEP. Ahí tomábamos el
desayuno y comíamos…La desaparición de mi padre nos afecto mucho, mi madre
lloraba mucho… Mis hermanos se peleaban entre ellos…Mi hermana Sarita y yo
éramos aún chiquitos y, al ver a mis hermanos así, también llorábamos…sentía la
falta de mi padre y me preguntaba: ¿Por qué tuvo que sucedernos a nosotros?,
sentía rabia, una impotencia de no poder ver diferente a mi familia…”
Tomado
de: ¿Hasta Cuándo tu Silencio? – Testimonios de Dolor y Coraje. ANFASEP,
Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos
del Perú.
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