9 de enero de 2017

DALLAS: ALGARABIA POR LA NAVIDAD


De parte de la señora Nancy llegaron los tamales mexicanos y unas bebidas para la sed. No había más. Definitivamente ese día el almuerzo al parecer era muy poco. Al parecer habían querido hacer los menores gastos. Pero como la alegría ya se había iniciado, cada una de las mujeres sacaba de sus bolsos dulces, galletas por montones, tortas y muchas cosas para comer.
    Epifanía se encargó de decir unas palabras iniciales y sin dilación todas aplaudieron. Al instante, hicieron un brindis con un delicioso vino que había traído Rita. Así, pasaron al intercambio de regalos y la sonrisa salía a flor de piel.
     Todas tenían su ángel y empezaron a desfilar los más hermosos regalos e inimaginables. Cada una se sorprendía por el regalo y el ángel que había tenido. Así, despertó una hilaridad de todas, cuando vieron abrazarse a Hong con Leonor, dama cubana, a quien llamaban “beba”. Leonor le llevaba casi el doble de estatura a Hong, mientras tanto le decía:
     – Beba.
     Y todos soltaron una carcajada llena de alegría y de júbilo.
     Siguieron los abrazos y los regalos, entre tanto, la señora Nancy desde una parte de la fábrica las observaba.
     Cuando se abrazaron Blanca con Dung, hasta se dieron algunos besos en las mejillas y todas aplaudieron de nuevo por lo espontáneo. Cony fue hacia ellas y las estrechó también.  Los regalos fueron impresionantes y llenos de colores, donde no faltaron las  flores y la serpentina alrededor del cuello de cada trabajadora.
     Ruthie abrazó a Pilar muy emotiva y se explayó con algunas frases dichas en inglés en la que todos festejaron. Pilar volteó para llamar a Geraldín y desearle lo mejor, porque era su último día de trabajo en la fábrica. La unieron al grupo para un abrazo conjunto. Las compañeras reían más. 
     Epifanía miró a Mariano y a Rita, comprendiendo que uno de ellos debía ser su ángel. Grande fue su sorpresa cuando se enteró que efectivamente Mariano era el indicado.
     – Gracias don Mariano – dijo Epifanía sin más palabras y con una emoción muy grande en el rostro, al momento de recibir el cuadro hermoso y varios regalos más que no había esperado.
     Mariano también estaba emocionado y recibió  preciosos regalos de Rita. Epifanía abrazó también a Rita.
     Como esperando el último momento, Epifanía miró a la señora Nancy y le dijo sonriendo:
     – Señora Nancy, por favor, aquí tenemos un presente para usted, de parte de todas las trabajadoras. Gracias por todo.  
     La señora avanzó unos pasos agradeciendo el gesto y pidió disculpas por la pequeñez del almuerzo.
     Mariano aprovechó ese instante para entregarle la Biblia, a nombre también de todas las damas de la fábrica, con una dedicatoria muy bonita.
     Luego de la algarabía, cada una tomó su lugar en la fábrica para seguir trabajando y cumplir la jornada laboral frente a la máquina o manejando las herramientas. Parece que dentro del ambiente de la fábrica los últimos minutos de trabajo de ese día se convirtieron en una profunda paz. Cada una mostraba su mejor sonrisa a la otra y todos los sentimientos buenos afloraban por cada uno de sus poros.
     Grande fue la sorpresa de cada una de las mujeres al finalizar la jornada, porque el almuerzo y el intercambio de los regalos había dejado muchos dulces, galletas y porciones de torta.
     Al salir tuvieron que ayudarse mutuamente para ir acomodando todos los paquetes en algunos automóviles que algunas tenían y llevar más todavía.
     En el momento que estaban saliendo a la playa de estacionamiento de los alrededores de la fábrica, hizo su aparición en su camioneta uno de los hijos del dueño del almacén de telas que estaba muy cerca y las llamó súbitamente. Cuando se acercaron, no lo podían creer, tenían más regalos por la Navidad. Cada  una de ellas tomó lo que prefería. Había planchas, licuadoras, tostadoras, cafeteras y muchos presentes. Varias mujeres tomaron dos o tres paquetes más y se sintieron muy afortunadas. Los abrazos con el señor, la alegría desbordante y la risa continuaron aún por varios minutos. Hasta a las manos de la señora Nancy  llegó un presente.
     Habían pasado un día muy alegre y lleno de energía. Cada una sintió la plena satisfacción por vivir. No se lo habían propuesto antes, sin embargo en cada mujer fue quedando una semilla nueva, que obviamente por las circunstancias coyunturales y sociales, demoraría en germinar, pero el tiempo las tendría que hacer más humanas.

     Muchos años habían vivido probablemente en la oscuridad mental y no viendo más allá de unos pasos. Es posible que todos los acontecimientos y las experiencias en la fábrica les daría a cada una de ellas la oportunidad de despertar a nuevas situaciones y perspectivas, siendo mujeres nuevas dentro de un mundo nuevo. 

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