En el mes octubre nos vestimos de
morado por el Señor de los Milagros – Cristo Morado. Hombres, mujeres y niños al
parecer se llenan de más fe. Hasta parece que nos volvemos más humanos y
nuestro corazón se siente más grande y se llena de amor, compasión. Seguro que
asistimos a las actividades religiosas con mayor fe por Jesús. Hasta en los
diarios de todo el país de nuestro querido Perú, que incluye la televisión y
las redes sociales, se difunden las innumerables procesiones que sigue la
gente, a veces también con arrepentimiento y contrición.
Sin embargo, mientras hacemos
todo eso con una mano, con la otra, llamamos a la gente y en el nombre del
Señor de Los Milagros para seguir la fiesta de sangre y matanza en la Plaza de
Acho, (del 5 de noviembre al 3 de diciembre). La concurrencia asiste para ver
la matanza de los toros con una crueldad indescriptible. Aflora en la gente lo brutal,
salvaje y sanguinario. Las acciones se convierten en despiadadas, inhumanas y
bárbaras. La gente goza de ese espectáculo lleno de sangre y se ríe a carcajada
limpia. Para esos días ya se olvidaron de esos actos de fe y amor. ¿Qué haría
nuestro Cristo Morado? ¿Eso es lo mejor de nuestra gente y de la especie
humana?
Todo
es tan contradictorio que ya no importa preguntarle a la iglesia de todo esto.
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