Se siguen remeciendo los
cimientos políticos y el proceso de acumulación. Ya no causa gran sorpresa la
aparición de nuevos personajes involucrados en la corrupción. La dinámica
sociopolítica en el Perú va mostrando sus verdades antes de tiempo.
Ya no sabemos si fue primero
Alejandro Toledo y después Alan García. Luego llegó Ollanta Humala y compañía, aunque
algo se decía antes. Keiko Fujimori también apareció en este ramillete de soborno
y de dinero sucio. Claro, en todo esto tenía que aparecer el conocido y para
muchos lobista en el Perú, el señor Pedro Kuczynski, donde algunos ya investigan
sus vínculos con la corrupción. Hasta la señora Villarán, exalcaldesa de Lima y
que enarbolaba posiciones de izquierda, de alguna manera ya está involucrada
con la empresa Odebrecht.
El problema de Lava Jato expresa
la mayor corrupción y escándalo en América Latina. Las instituciones públicas
que deberían ser transparentes, las empresas que deberían mostrarse interesadas
en sus inversiones claras y contribuir con nuestro desarrollo. Todos en general,
han caído en una forma de prostitución social y política, incluyendo a políticos,
miembros del gobierno, funcionarios de confianza, empleados, secretarias, etc.
Ofrecer favores, contratos, adendas y más a cambio de dinero.
Y el señor Pedro Kuczynski se esconde. No es
quien lidera la lucha contra la corrupción. Pretende responder y comunicarse
con cartas escritas y sustentadas por un grupo de asesores abogados, entre
otros, que también son asalariados del estado. Al final, también está siendo
cuestionado.
Quizá pesa mucho la
expresión de la esposa del prófugo Alejandro Toledo, Eliane Karp, cuando escribió en su Facebook
hacía muy poco referente a Kuczynski: “No me hagas hablar, yo
sé lo que hiciste la última vez”
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