Año 2018, como siempre recibido
por todos los peruanos con esperanza. Visualizando sus objetivos, mejores niveles
de vida y desear una mayor capacidad de compra en sus ingresos. A pesar de la
crisis de credibilidad en que ha caído el gobierno, hay grupos poblacionales
que mantienen el consumo interno. Sin ellos, sin su demanda no
tendríamos los efectos multiplicadores en nuestra economía. En ese contexto, las
esperadas acciones y medidas de política económica no han sido muy claras y
efectivas.
Nos hemos visto envueltos también
en claras contradicciones gubernamentales, donde el engaño reiterativo ha
primado para el beneficio individual. Poco le ha importado a nuestro gobernante
representado en el señor Pedro Kuczynski, parecer y ser honesto con los
millones de peruanos. La farsa como embuste prolongado se ha impuesto como
política. La infamia al descubierto. Desde el entorno gubernamental han tratado
de dar las explicaciones disfrazando las mentiras y aprovechándose de ellas. Naturalmente
hemos advertido el comportamiento, teniendo conocimiento de todo el desenlace
hasta llegar a la situación del pedido de la vacancia y luego el conocido
indulto del señor Alberto Fujimori, que ha profundizado la
polarización.
Ahora sí, en medio de esa falta
de credibilidad donde ya no es posible creer en las palabras del ser Pedro
Kuczynski, se ensaya la frase de la “reconciliación”, que solo intenta poner
paños tibios a la falta de una orientación política. Se dice que deberían irse
todos, incluso se mantienen algunas voces que Kuczynski debería renunciar. En
fin, el estado se mueve en un vaivén de incertidumbre, donde poco resuelve
realmente, expresado por ejemplo con su inoperancia en el norte, la poca
capacidad de obras públicas y escasa iniciativa política. ¿Hasta cuándo la
encarnación del embuste?
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