16 de julio de 2016

DALLAS, TESTIMONIO DE RACISMO Y DESIGUALDAD


DALLAS, TESTIMONIO DE RACISMO Y DESIGUALDAD
Por: Arturo Sotomayor Salas
Cuando conocí la ciudad de Dallas, realmente quedé impresionado por los grandes edificios y la modernidad expresada en el centro de la ciudad (Downtown), las grandes avenidas (Freeway) y el silencio.
Sin embargo, en todo ese esplendor de una ciudad próspera que se mostraba frente a mis ojos, observé a varios hombres de raza negra, acercándose sigilosamente a los basureros de algunas esquinas, para buscar en su interior desechos de comida hasta encontrar un trozo de sandwich y quizá papas fritas de las famosas tiendas McDonalds, llevárselos a la boca y tragar casi de inmediato para calmar el hambre.   
Advertí que la pobreza no se miraba fácilmente en la ciudad, encontrándose más bien como escondida en miles de casas en el sur de Dallas. La mayoría de gente y casi en su totalidad de raza negra, subsistía al paso de los días, meses y años. Cientos y miles de desempleados metidos en sus casas. Hombres y mujeres marginados en una larga espera de oportunidades frustradas. Aunque hay que manifestar también que muchas familias de alguna manera se sentían afortunadas, porque uno de sus miembros tenía un empleo y se había integrado a una sociedad donde todo parecía estar hecho para la gente rubia y de mucho dinero.
En el sur surgieron diferentes pequeñas empresas y negocios administrados por los mismos afroamericanos, teniendo como consumidores exclusivamente a los de raza negra. Hacia el norte, se había desplazado la gente blanca a lugares con mayores viviendas nuevas, desarrollándose también muchos centros comerciales, negocios y más tiendas, orientados principalmente al segmento de consumidores de raza blanca.
Hasta en las iglesias cristianas. Un domingo cualquiera miraba a todos los asistentes blancos con un cristo de la misma raza. Y en las iglesias de los afroamericanos, todos eran negros, hombres, mujeres y niños, teniendo frente a ellos solo una cruz de madera.
Me impresionó el silencio, porque en época de invierno hace tanto frío que nadie camina por las calles. La mayoría acostumbra a usar calefacción. En el verano, el calor es tan intenso que igualmente es casi imposible caminar. Si uno lo hace, siente deshidratarse. También en sus casas usan aire acondicionado. Aunque todo tiene un costo y hay que pagar.
Es natural que en el centro de Dallas se vea algo de gente por cuestiones turísticas, muchas oficinas y visitar el sitio exacto donde asesinaron a quien fue presidente de los Estados Unidos, John Kennedy. Así y todo, saliendo de la ciudad por las grandes avenidas, en muchos lugares  ya no hay veredas.
Muchas veces esperé el transporte público (DART) en un paradero específico en tiempo de invierno y a medio día, llevando dos polos, una chompa, abrigo, chalina, guantes, todavía así, sentía el frío que penetraba por todo mi cuerpo. Un bus llegaba a los treinta o cincuenta minutos, dependiendo del itinerario y de las distancias. A veces solo llegaba con una persona en el interior.  
Ese es el contexto de un problema social, racismo, desigualdad, abuso policial y uso libre de armas. Desde abril de 2015 se puede llevar armas en la calle. En los últimos días fueron abatidos por la policía dos afroamericanos en otros estados. Naturalmente la protesta no se dejó de esperar en otras ciudades y en Dallas, donde fallecieron por disparos cinco policías.

Según la Unión Americana de Libertades Civiles, organización de más de noventa años, este año (2016) han muerto 123 personas de raza negra por disparos de la policía norteamericana. Como advertimos, hay todo un problema social que involucra a muchos afroamericanos fallecidos en diferentes incidentes. Hay el comentario que el gobierno hasta ahora no ha podido realmente dar una solución  a esta problemática. Creo que el asunto es complejo y supone una mejor visión de todo el proceso histórico. ¿Cuándo será posible cambiar y aceptarnos mutuamente como somos?

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