A mediados de junio 2016, nos enteramos que en el Perú, el niño N. Guerra T. de 6 años natural y nativo de Lamas, barrio de El Wayku, murió en el hospital de Tarapoto, Región de San Martín.
Estaba en una espera infinita. Esperó 42 días luchando por su vida para ser transferido a la ciudad de Lima y poder seguir viviendo.
Según la información, los médicos con anticipación solicitaron su transferencia por medio del Seguro Integral de Salud (SIS).
Según palabras de la presidenta de Manos Unidas, Mirian Pinchi Daza: “una criaturita que luchó 42 días para poder salvarse…nos deja muchas reflexiones sobre este sistema de salud que tenemos…donde hay un vacío inmenso en el cual cuando nos toca realmente referir a los pacientes a Lima es toda una odisea, prueba de esto es este niño que esperó más de un mes y no había un hospital que comunique que lo podía recibir…el niño luchaba duro, el mismo se daba fuerzas para salir adelante pero al final no se pudo…”
El niño no pudo ser transferido a tiempo por no haber cama disponible en Lima.
Para el martes 28 de junio, nos enteramos que otro niño de ocho meses de nacido murió en circunstancias parecidas en el mismo hospital.
Es increíble que sucedan estas cosas cuando es posible evitarlo. Sabemos cómo funcionan nuestras autoridades. Las personas necesitadas y pobres siempre tienen que esperar. A veces me pregunto: ¿De qué sirve tener el mayor crecimiento en América Latina como escuchamos? ¿Buscamos realmente el bienestar de todos? Flores para estos dos niños y una oración.
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