25 de diciembre de 2016

INMIGRANTES TRABAJANDO EN USA

(La fábrica, lugar de la reunión.
Se observa algunas trabajadoras en el break)
    Una mañana, exactamente media hora después del inicio de sus labores, el señor Benito y la señora Nancy las llamó para que se reúnan  en el centro del establecimiento, ya que tenían algo importante que comunicar. Mariano también se encontraba con ellas, mientras trataban de formar un círculo.
     El señor Benito se dirigió al conjunto de personas hablando en inglés y por el acento y la seriedad en el tono de la voz, Mariano dedujo la importancia que llevaba el mensaje. Luego, procedió la señora Nancy con algunas palabras más.  Todos escucharon con mucha atención y nadie participó para intervenir.
     Posteriormente el señor Benito volvió a decir:
     – Voy a hablar ahora en español.
     – Sí – dijo la señora Nancy –, es necesario también.
     – Quiero comunicarles a todos – dijo el señor Benito, con tono grave –, que en estos días tenemos muchos trabajos que entregar y no podemos esperar mucho. Debemos cumplir con las fechas señaladas en los contratos. Les pido a todos ustedes que sigan poniendo mucha voluntad en su trabajo, para poder terminar con todo.
     – Yo – dijo la señora Nancy –, quiero continuar.
     – Muy bien – dijo el señor Benito –, puedes proseguir.
    – Les quiero decir – dijo la señora Nancy, asumiendo una actitud altiva – que yo no me voy a matar sola para avanzar en el trabajo, toda apurada. Mientras tanto ustedes aquí, están ganando sus ingresos y por lo tanto, tienen que trabajar como yo.
     – ¿Tienen alguna pregunta? – dijo el señor Benito.
     Nadie preguntó. Las trabajadoras se limitaron a escuchar a los dueños. Parecía más bien que, los labios de cada una se habían sellado con fuerza.  A la hora del almuerzo siguieron los comentarios.
     – ¡Qué se ha creído la vieja! – dijo Cony –. !Qué nos va a exigir trabajar más!
     – Tu sigue trabajando – dijo Rosa –, como de costumbre.
     – Y tú – dijo Cony  – ¿Qué dices Blanca?
     – Tenemos que trabajar normal – dijo Blanca –, estoy de acuerdo.
    – Por lo menos – dijo Rosa –, la señora nos debió hablar de un aumento, eso sería otra cosa. 
     – ¡Oh! Claro – dijo Epifanía.
     Pilar escuchaba la conversación y se veía tranquila. Obviamente estaba ganando más.

     Se quedaron calladas cuando pasó la vieja cerca de la puerta, intentando mirar a quienes exactamente dialogaban a esa hora. Entre tanto, alguien  miro hacia el reloj y todas saltaron de sus asientos.  

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