La política peruana va mostrando
algunos niveles de corrupción. Inevitablemente es expresión de nuestro proceso
de acumulación de capital y al parecer hemos convivido así por muchos años. Se
ha mostrado mucho más claramente en los últimos gobiernos y en el gobierno
actual. Así, no podemos dejar de mencionar a sus actores principales: Fujimori,
Toledo, García, Humala y últimamente Kuczynski.
¿Qué nos muestra la coyuntura
actual?
Para no ser muy extensivos. Tenemos
los personajes: el contralor Alarcón, el primer ministro Zavala y ahora
ministro de economía por añadidura, nuestro primer vicepresidente Vizcarra, Thorne
quien fue ministro de economía. Podríamos mencionar a más funcionarios y
actuales ministros que siguen favoreciéndose de “la teta del estado” como diría
alguna persona. Claro, las poses de los mencionados con sus apariencias de
técnicos es solo una apariencia. La corrupción está inmersa en todos ellos y es
inherente.
Todo lo que hemos escuchado en
los últimos días los muestra de cuerpo entero. ¿Ese es el gabinete de lujo? Por
favor, todo es un cuento. Hasta el actual presidente se corroe día a día con
todo esto. Es una vergüenza lo que sucede en las instancias del gobierno y del
poder.
Todos los personajes descritos en
el párrafo anterior deben irse este 28 de julio, si todavía nos queda un poco
de decencia. La política se ha ensuciado con la corrupción. Estamos frente a
una enfermedad endémica.
¿Cuál ha sido nuestro proceso?
Ya lo sabíamos y algunas veces
aceptábamos las formas de corrupción con cierta broma. ¿Recuerdan el famoso 10
por ciento? Hasta algunos lo llamaban diezmo. Sabíamos que ese porcentaje de
dinero con respecto a una cantidad total de inversiones, tenía que ir a las
manos de las autoridades y funcionarios por alguna obra social por ejemplo. “Roba
pero hace obra social” ¿Cuántas veces escuchamos sobre eso? Hasta en las
campañas electorales los mismos participantes usaban expresiones parecidas. Claro,
lo decían con risa y nos causaba también ciertas sonrisas compartidas.
Y ni hablar del congreso. El
dinero pesaba más y cambiaba las posturas e ideas de los congresistas. Como
población nos convertíamos en los espectadores principales de ese circo
cotidiano. Al final todos festejábamos de las ocurrencias.
¿Y nuestra formación social
expresada en la producción de bienes y servicios? Evidente, la corrupción
estaba inmersa en la empresa en general, llamada micro, pequeña, mediana y gran
empresa. Naturalmente muchos empresarios trataban de ser transparentes con sus
acciones, sin embargo, muchos también le sacaban el mejor provecho. Quizá
pagaban menos de la remuneración mínima vital insinuando que el libre mercado
de alguna manera lo permitía. Trataban
de no dar boleta de venta y así se embolsaban el dinero de los impuestos. Si
miramos a nuestro alrededor nos encontraremos con empresas que dicen tener
responsabilidad social, así y todo, lo único que los anima es imponerse en el
mercado y aumentar sus utilidades. Así, tendremos las empresas mineras, las de
telefónica, hasta de las últimas que hacen noticia y que están vinculadas a la
producción de productos lácteos y más. Al final, nos pagan lo que quieren, nos
ofrecen y venden cualquier cosa y al final solo buscan su beneficio.
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